El próximo 25 de noviembre los movimientos antinucleares españoles y portugueses analizarán las distintas problemáticas nucleares de la Península Ibérica.
La elección de Cuenca es una muestra del apoyo del MIA a la lucha contra el proyecto de cementerio nuclear (ATC) de Villar de Cañas
El
Movimiento Ibérico Antinuclear (MIA) está constituido por relevantes
organizaciones ambientales y sociales de España y Portugal. El próximo día 25 de noviembre tendrá lugar en
el Centro Joven de la Ciudad de Cuenca la 3ª Asamblea del MIA. En esta ocasión
se celebrará en la ciudad conquenses para señalar el riesgo que supondría la
construcción del ATC en Villar de Cañas. Varios informes geológicos del Consejo
de Seguridad Nuclear (CSN) señalan que este
cementerio nuclear se situaría en terrenos inadecuados por su riesgo a
hundimientos.
El MIA
considera irresponsable la omisión de las consecuencias de este riesgo en el
informe favorable del CSN. Una decisión que obvia que no se ha completado aún
la caracterización de los terrenos, como demuestra el hecho de que ENRESA
continúe realizando catas, mediciones y pruebas. Estas mediciones han sido
duramente criticadas por los inspectores del CSN que las consideran deficientes
y contradictorias (véase el acta CSN/AIN/ATC/17/08)[1]. Sin embargo, la
aprobación del CSN ha posibilitado la Autorización de Emplazamiento por el
Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital. Para el MIA, la paralización de este proyecto
es de sentido común si se consideran las características de los terrenos y sus
valores naturales.
El
objetivo de este movimiento es poner fin a las instalaciones y proyectos nucleares
que ponen en riesgo a la ciudadanía de toda la península Ibérica. Por ello,
durante esta reunión se abordarán, entre otras, la necesidad de cierre de las
centrales nucleares españolas según vayan finalizando los permisos actualmente
en vigor. Así, la próxima en cerrar deberá ser la central nuclear de Almaraz,
una central que está refrigerada por el Tajo y supone un claro riesgo para los
habitantes del país vecino. En este sentido, cabe señalar, la implicación de las
organizaciones portuguesas por los impactos transfronterizos de las
instalaciones nucleares españolas como Almaraz o la posible explotación de la
mina de uranio de Retortillo-Santidad (Salamanca) a través de los ríos como el Tajo
o el Duero.
El MIA
señala la necesidad de proceder a esta jubilación de la energía nuclear por los
riesgos que entrañan tanto su funcionamiento como la generación de residuos
radiactivos. Sin olvidar que, la energía nuclear supone un freno a la
transición energética, pues bloquea la introducción de las energías renovables al
dificultar el uso de toda la potencia renovable disponible. De hecho, en 2014,
se desperdició el equivalente al 14% de la energía eólica disponible por no
poder apagar las nucleares.